domingo, 8 de abril de 2012

Fragmento de Trilogía Illuminatus (de Robert Anton Wilson y Robert Shea)



LO PERCIBIDO Y EL PERCEPTOR


Mahatma Gurú Sri Paramahansa Shivaji (seudónimo de Aleister Crowley) escribe en Yoga for Yahoos:



Consideremos un pedazo de queso. Decimos que posee ciertas cualidades de forma, estructura, color, solidez, peso, sabor, olor, consistencia, etc.; pero la investigación ha demostrado que todo eso es ilusorio ¿Dónde están esas cualidades? No en el queso, porque diferentes observadores han ofrecido descripciones bastantes diferentes de él. No en nosotros mismos, porque no podemos percibirlas en ausencia del queso…



¿Qué son, entonces, esas cualidades de las que estamos tan seguros? No existirían sin nuestros cerebros; y no existirían sin el queso. Son el resultado de la unión, es decir del Yoga, entre el observador y lo observado, el sujeto y el objeto…



….



Todos los hechos científicos alguna vez fueron Malditos. Cada invención fue considerada imposible. Todo descubrimiento significó un colapso nervioso para ciertas ortodoxias. Cada innovación artística ha sido denunciada como fraude o locura. La entera red de culturas y “progreso”, y todo aquello que fue hecho por el hombre y no nos fue dado por la naturaleza, son la manifestación concreta de la negación de ciertos hombres a someterse a la Autoridad. No poseeríamos más cosas, no conoceríamos más, y no seríamos más que aquellos primeros primates homínidos de no ser por los rebeldes, por los obstinados y por los intransigentes. Como dijo Oscar Wilde “la Desobediencia fue la Virtud Original del hombre”.



El cerebro humano, que ama leer descripciones de sí mismo que lo definen como el órgano de percepción más maravilloso del universo, es aún más maravilloso como órgano de rechazo. Las razones desnudas de nuestro juego económico son fáciles de descubrir y son innegables una vez que han sido expresadas, pero los conservadores - que usualmente son individuos que se aprovechan de esas razones durante cada uno de los días de su vida - se las arreglan para ignorarlas, o para mirarlas a través de un cristal colorido y tergiversador (de manera similar, el revolucionario ignora el conjunto histórico del curso natural de las revoluciones, desde la violencia al caos, y de vuelta al punto inicial).



Debemos recordar que el pensamiento es una abstracción. En la metáfora de Einstein, la relación entre un hecho físico y nuestra percepción de dicho hecho no es como la relación entre la carne y el caldo de carne, una simple cuestión de extracción y condensación; es más parecida, siguiendo la teoría einsteniana, a la relación entre nuestra gabardina y la boleta que nos dieron cuando la compramos. En otras palabras, la percepción humana implica más codificación que apreciación cruda. La red del lenguaje, o de las matemáticas, o de una corriente artística, o de cualquier sistema humano de abstracción, le proporcionan la estructura a nuestras construcciones mentales, pero no del hecho original, si no del sistema simbólico en el que está codificado, al igual que un cartógrafo colorea un mapa de rojo, no porque ese territorio sea rojo, sino porque sus códigos así lo demandan. Pero cada codificación excluye ciertas cosas, borronea otras, y exagera algunas. La mejor forma de codificar el celebrado salto a través de la ventana de Nijinski durante el clímax de Le Spectre d’une Rose es mediante el sistema de anotación de ballet utilizado por los coreógrafos; el lenguaje verbal flaquea al intentar trasmitirlo; la pintura y la escultura pueden capturar la magia de uno de sus instantes, pero de un solo instante del hecho; la ecuación de la física Fuerza=Masa x Aceleración ilumina un aspecto ignorado por todos los otros sistemas de codificación, pero a su vez ignora a todo el resto. Toda percepción está influida, formada, y estructurada por el hábito usual de codificar - hábitos de juegos mentales - del perceptor.

TRILOGÍA ILLUMINATUS (para leer o descargar)

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